Para 1820 diversos jefes insurgentes habían sido derrotados y/o fusilados; sin embargo, en diversas provincias sobrevivían otros que mantenían la resistencia, como Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero. Las causas de esa resistencia y la revolución de independencia fueron demasiado evidentes. La situación que se vivía, tanto social como económica y política dio origen a una presión de tal magnitud que fue comprensible que la gente afectada optara por el levantamiento armado como válvula de escape. La existencia de castas y la desigualdad, las nuevas ideas libertadoras de la Ilustración provenientes de Europa, la independencia de países vecinos, entre otras premisas generadoras del descontento social fueron sólo el principio. En palabras de Lucas Alamán, “la revolución de independencia fue un levantamiento de la clase proletaria, contra la propiedad y la civilización”.

En septiembre de 1821 y gracias al Plan de Iguala entre Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, y a los Tratados de Córdoba entre Juan O’Donojú y Agustín de Iturbide, se firma el Acta de Independencia del Imperio en el que se establece una Monarquía Constitucional. Por alguna especie de “hambre de poder”, Iturbide se proclama a sí mismo Emperador de México, lo que le valió el desconocimiento de quienes alguna vez simpatizaron con él para después de una breve e inestable vigencia del Imperio, y con la etiqueta de traidor (y paradójicamente consumador de la independencia a la vez), ser fusilado. Se convocó un Congreso para redefinir la identidad gubernamental de México y luego de un encuentro de opiniones entre centralistas y republicanos, en octubre de 1824 se promulga el primer conjunto de leyes del México Independiente, en el que se establecía el sistema republicano, representativo, popular y federal.

La constitución de 1824 consuma para siempre la libertad e independencia de México; mantiene su pertenencia absoluta al catolicismo; adopta un gobierno del tipo de república representativa popular federal; reconoce como parte de la federación a 19 Estados y 4 territorios; divide el supremo poder en legislativo, ejecutivo y judicial, los organiza de manera amplia y detallada; deposita el poder legislativo en dos cámaras, una de diputados y otra de senadores; otorga una mayor importancia al poder legislativo, en ese sentido, en el título tercero denominado Del Poder Legislativo, se compone, que de siete secciones y 76 artículos; establece el gobierno particular de los Estados libres y soberanos, igualmente dividido en legislativo, ejecutivo y judicial; y define las restricciones de los poderes de los Estados.

La primera constitución, debido al contexto en el que se erigió, está mayormente enfocada en la estructuración y la fundamentación del país, la limitación de su territorio y la división de poderes. Fue importante y necesario sustentar las bases de un nuevo país que tenía la intención total de comenzar bien y desde cero. Más que merecer una comparación, la Constitución de 1917 llegó a complementar a su antecesora.